Seguramente si hace algunos años se hubiera dicho que un arte en tres planos y realidad podrían mezclarse en una galería correntina, pocos lo hubieran creído, pero otros lo vivieron en Theo cuando Ambaí, un grupo de teatro capitalino descubrió con una chamánica danza a sus 10 años de trayectoria en el café Mariscal de la Ciudad de Corrientes y se animó a “interpretar algo diferente”.
El edificio rosado de Adriano Nalda, hoy café, foro y galería, abrevia en su primer piso un espacio dedicado a los que algunos tímidos llaman el comienzo de un nuevo arte al menos para esta provincia. Se encuentra frente al Poder Judicial, a metros de la Casa de Gobierno, entre calles coloniales que evocan un tiempo histórico quebrado por el enmarañado paso de cables eléctricos, telefónicos y de fibra óptica.
Músicos, plásticos y teatreros suelen por las noches confluir entre las paredes del antiguo Almacén al por Mayor El Vasco como cuando el neoclasicismo y eclecticismo desembarcaban en el litoral argentino a pleno inicio del siglo XX. Sólo que donde antes se vendían víveres hoy es el costado izquierdo de la recepción de Theo, la galería que administra el no menos protagónico Ulises Baine, un plástico armado de una barra de estantes y luces minimalistas en un marco clásico y un salón de no más de algunos metros cuadrados que bastaron para Ambaí.
Es viernes por la noche, llueve y la estancia permanece en penumbras. Entre mesas y sillas al fondo un espacio para los músicos y sobre la bienvenida los invitados, familiares y actores que han pasado por los talleres del grupo que este año indaga en lo que hace llamar el Teatro Solidario. Atrás ha dejado la representación clásica para sumergirse en una propuesta artística que se vuelve provocación, un juego y hasta motivo de celebración: la performance. Es que este grupo pretende ahora saciar sus ansias de crear con elementos de otras artes para encontrar “su identidad”.
“Estamos intentando salirnos del teatro que hasta el momento se ha hecho en esta provincia, comenzamos experiencias nuevas que sin embargo han quedado en algunas búsquedas; otros están encontrando su camino, pero tomamos una decisión y seguiremos adelante. No nos limitamos a las reglas del teatro, tratamos de crear y luego pulir una manifestación con la técnica que nos parezca adecuada; nos observamos, pero vemos al arte como un conjunto, y eso incluye todo lo que hasta ahora se ha creado”, dijo a Momarandu.com José María Gómez Samela, uno de los más antiguos miembros del grupo.
Desde la ficción de vivir en sociedades cotidianamente tragicómicas y descarnadas como con la que intervino el año pasado con Proyecto Caracol, Ambaí transita un nuevo rumbo entre las borrosas líneas del lenguaje, ya sea voz, imagen o danza. Dice marchar hacia un teatro como una manifestación total, uno que fagocite técnica para domar al espíritu de donde más le convenga con sólo el límite de la imaginación en su horizonte. Yoga para la biomecánica, ritmos cariocas para la celebración, son comunes en los talleres de este grupo que se reúne con adultos y chicos en un centro cultural recuperado en la Costanera.
Arte al desnudo, la muestra con que Ambaí presentó su carrera consistió en una serie de fotografías de Ricardo Antonio Moriena y Alberto Reyes Fruggoni, que expusieron sus retratos interpretados también en vivo por artistas con la temática de los signos del zodíaco. Cada actor sobre su imagen. Elementos de la naturaleza y la seducción como esencia comunicativa del arte, sobre cuadros capturados en Corrientes, Buenos Aires y España, se mezclaron con una sesión teatral dirigida por Gómez Samela; todo antes de un cierre con un film de Berenice Rodríguez. Los espectadores se vieron obligados a unirse a la interpretación en pleno trance, obligados a atravesar por una decena de actores en plena revelación aunque otros ya hallaban entregados a una copa de vino. Es que los tragos eran gratuitos.
Las fotografías permanecieron ocultas bajo telas de colores, rojas o verdes, hasta el final de la interpretación y el comienzo de la proyección del film, un resumen en otras imágenes estáticas con música electrónica de fondo y arreglos de transición. La celebración jamás perdió su tono de reunión de familia, aunque sí de camaradería: pocos integrantes del círculo del teatro correntino asistieron al evento que fue anunciado con anticipación suficiente para que inclusive “algunos extraños” llenaran la galería hasta entrada la madrugada a pesar de la lluvia, el viento, y el frío.
“Estamos intentando salirnos del teatro que hasta el momento se ha hecho en esta provincia, comenzamos experiencias nuevas que sin embargo han quedado en algunas búsquedas; otros están encontrando su camino, pero tomamos una decisión y seguiremos adelante. No nos limitamos a las reglas del teatro, tratamos de crear y luego pulir una manifestación con la técnica que nos parezca adecuada; nos observamos, pero vemos al arte como un conjunto, y eso incluye todo lo que hasta ahora se ha creado”, dijo a Momarandu.com José María Gómez Samela, uno de los más antiguos miembros del grupo.
Desde la ficción de vivir en sociedades cotidianamente tragicómicas y descarnadas como con la que intervino el año pasado con Proyecto Caracol, Ambaí transita un nuevo rumbo entre las borrosas líneas del lenguaje, ya sea voz, imagen o danza. Dice marchar hacia un teatro como una manifestación total, uno que fagocite técnica para domar al espíritu de donde más le convenga con sólo el límite de la imaginación en su horizonte. Yoga para la biomecánica, ritmos cariocas para la celebración, son comunes en los talleres de este grupo que se reúne con adultos y chicos en un centro cultural recuperado en la Costanera.
Arte al desnudo, la muestra con que Ambaí presentó su carrera consistió en una serie de fotografías de Ricardo Antonio Moriena y Alberto Reyes Fruggoni, que expusieron sus retratos interpretados también en vivo por artistas con la temática de los signos del zodíaco. Cada actor sobre su imagen. Elementos de la naturaleza y la seducción como esencia comunicativa del arte, sobre cuadros capturados en Corrientes, Buenos Aires y España, se mezclaron con una sesión teatral dirigida por Gómez Samela; todo antes de un cierre con un film de Berenice Rodríguez. Los espectadores se vieron obligados a unirse a la interpretación en pleno trance, obligados a atravesar por una decena de actores en plena revelación aunque otros ya hallaban entregados a una copa de vino. Es que los tragos eran gratuitos.
Las fotografías permanecieron ocultas bajo telas de colores, rojas o verdes, hasta el final de la interpretación y el comienzo de la proyección del film, un resumen en otras imágenes estáticas con música electrónica de fondo y arreglos de transición. La celebración jamás perdió su tono de reunión de familia, aunque sí de camaradería: pocos integrantes del círculo del teatro correntino asistieron al evento que fue anunciado con anticipación suficiente para que inclusive “algunos extraños” llenaran la galería hasta entrada la madrugada a pesar de la lluvia, el viento, y el frío.
(Por Facundo Sagardoy)
Fuente: http://www.momarandu.com/
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